domingo, 2 de junio de 2013

DIANA



En la zona sur lo llaman “after party” o simplemente “el after”. Es el día después de cualquier jarana. Son los coletazos de la fiesta paceña que muchas veces son más potentes y delirantes que la misma celebración. En la zona de Chijini se la conocen como la Diana y comienza al despuntar el alba después de la sorprendente entrada del Señor del Gran Poder. En la luz tenue y fría de la madrugada ese pedazo de ciudad popular esta despierta y parece contemplar a la ciudad que duerme y sueña con el fin de la alegría popular. No, la fiesta continúa en la avenida Eduardo Abaroa. Ahí se reúnen las fraternidades de las danzas pesadas “para continuarla” o para demostrar a todos que se puede resistir con intensa devoción la libación.
Poco a poco se escenifica esta fiesta “privada”, que se realiza “en casa” y con todos los vecinos del barrio donde nació esta expresión plena de la paceñidad. Se ordenan las sillas, los puestos de comida, los letreros de baños públicos y las barricadas de cajones de cerveza para marcar la ruta. Son cuadras de un teatro urbano erigido entre opulentos edificios de la llamada arquitectura cohetillo, con vistosos salones de fiesta como: el Brindys Palace, el Kory Inti, el Inti Pacha o el Gigante Ananay. A lo largo de este trayecto se bebe y come como heliogábalos un interminable menú popular: bistec, caldo de pollo, chicharrón, fricase, sajta, thimpu o jakhonta. Se goza sin miramientos porque ya están en el “living” de su casa, ya pasó la representación mayor y ya se cumplió con toda la ciudad. Ahora toca divertirse en la intimidad de la familia del Gran Poder bailando hacia el templo vestidos como corresponde, ellos con terno, chaleco y corbata, y ellas con polleras radiantes y enjoyadas a placer.
Este acontecimiento tiene un “plus” imperdible: presencias ensimismado el paso de las fraternidades bajo el puente Abaroa. Bajo la penumbra elíptica truenan las bandas y las matracas, las polleras de las fraternas giran brillando y contrastando en exceso, y  como el agua eufórica de una contenida presa, salen lanzados hacia la Gallardo y el templo en honor al Jesús del Gran Poder.
En el interior del templo se oculta la imagen tricéfala de la Santísima Trinidad. Afuera, esta nueva clase dirigente paceña, muestra altiva otra trinidad de poderes: el cultural, el político y el económico. Sepamos aceptarlo. En este milenio manda un nueva clase, popular y auténtica, que desplazó en sólo dos generaciones a la “ruling class” criolla. Y, muy tempranito en la mañana de la Diana 2013, ese nuevo señorío nos cantó a grito pelado una morenada que es todo un hit de la ironía:  “plata tengo oro tengo, pero no me da la gana de cancelarte…”