En la zona sur lo llaman “after party” o simplemente “el after”.
Es el día después de cualquier jarana. Son los coletazos de la fiesta paceña
que muchas veces son más potentes y delirantes que la misma celebración. En la zona de Chijini se la conocen como la Diana y comienza al
despuntar el alba después de la sorprendente entrada del Señor del Gran Poder. En
la luz tenue y fría de la madrugada ese pedazo de ciudad popular esta despierta
y parece contemplar a la ciudad que duerme y sueña con el fin de la alegría
popular. No, la fiesta continúa en la avenida Eduardo Abaroa. Ahí se reúnen las
fraternidades de las danzas pesadas “para continuarla” o para demostrar a todos
que se puede resistir con intensa devoción la libación.
Poco a poco se escenifica esta fiesta “privada”, que se realiza “en
casa” y con todos los vecinos del barrio donde nació esta expresión plena de la
paceñidad. Se ordenan las sillas, los puestos de comida, los letreros de baños
públicos y las barricadas de cajones de cerveza para marcar la ruta. Son
cuadras de un teatro urbano erigido entre opulentos edificios de la llamada
arquitectura cohetillo, con vistosos salones de fiesta como: el Brindys Palace,
el Kory Inti, el Inti Pacha o el Gigante Ananay. A lo largo de este trayecto se
bebe y come como heliogábalos un interminable menú popular: bistec, caldo de
pollo, chicharrón, fricase, sajta, thimpu o jakhonta. Se goza sin miramientos porque
ya están en el “living” de su casa, ya pasó la representación mayor y ya se
cumplió con toda la ciudad. Ahora toca divertirse en la intimidad de la familia
del Gran Poder bailando hacia el templo vestidos como corresponde, ellos con terno,
chaleco y corbata, y ellas con polleras radiantes y enjoyadas a placer.
Este acontecimiento tiene un “plus” imperdible: presencias
ensimismado el paso de las fraternidades bajo el puente Abaroa. Bajo la
penumbra elíptica truenan las bandas y las matracas, las polleras de las
fraternas giran brillando y contrastando en exceso, y como el agua eufórica de una contenida presa,
salen lanzados hacia la Gallardo y el templo en honor al Jesús del Gran Poder.
En el interior del templo se oculta la imagen tricéfala de la
Santísima Trinidad. Afuera, esta nueva clase dirigente paceña, muestra altiva otra
trinidad de poderes: el cultural, el político y el económico. Sepamos
aceptarlo. En este milenio manda un nueva clase, popular y auténtica, que
desplazó en sólo dos generaciones a la “ruling
class” criolla. Y, muy tempranito en la mañana de la Diana 2013, ese nuevo
señorío nos cantó a grito pelado una morenada que es todo un hit de la ironía: “plata tengo oro tengo, pero no
me da la gana de cancelarte…”