Al ver los atardeceres de otoño con la luna de mayo más grande que
nunca junto al Illimani, la montaña que vigila la ciudad de La Paz, quisiera habitar
ese instante, vivir en ese espacio, en esa la luz y confundirme con
ese color.
¿Porqué no logramos construir algo que acompañe dignamente esta prodigiosa
naturaleza?